A pesar de que el término permarexia todavía no es aceptado por la comunidad médica, ya se utiliza para describir el caso de mujeres y hombres que, obsesionados por el sobrepeso, se someten a dieta permanente y podrían padecer anorexia o bulimia en un futuro cercano.
Muchas personas consideran que tener silueta delgada es lo más importante en la vida, y que de ello dependerá su felicidad, logro de metas y aceptación por parte de los demás; por ello, buena parte de sus actividades e ideas se orientan hacia temas referentes a comida e imagen personal. Este hecho, que en parte se debe a aspectos psicológicos y en parte a factores culturales, ha dado pie al auge de un grupo de padecimientos conocidos como trastornos de la alimentación.
Hablamos de problemas que afectan principalmente a adolescentes y jóvenes, siendo los más conocidos anorexia nerviosa (hacer ejercicio en exceso y dejar de comer), bulimia (provocarse el vómito luego de un atracón), ortorexia (necesidad de ingerir alimentos sanos) y comer compulsivamente (no controlar el apetito).
A esta lista puede sumarse ahora otro nombre: permarexia. El concepto es nuevo, pero el problema al que hace referencia no, ya que describe el caso de aquellas personas que viven obsesionadas por las calorías que aporta la comida, saben cómo bajar de peso en unos cuantos días si creen que han engordado y siguen todo tipo de dietas.
Cabe aclarar que estas personas no se preocupan por ingerir sólo productos saludables, como en la ortorexia, sino que su atención se enfoca al valor energético de los alimentos. Tampoco llegan a extremos como dejar de comer, provocarse el vómito o consumir medicamentos que aceleren la pérdida de líquidos (diuréticos) o el tránsito intestinal (laxantes), pero su obsesión les lleva a sufrir serias descompensaciones en el funcionamiento de su organismo.
Perfil conocido
En la actualidad sabemos que la obesidad se asocia con múltiples enfermedades crónicas (de larga duración) y que incrementa el riesgo de fallecer de manera prematura. Por ello, resulta normal y hasta meritorio observar a una mujer u hombre que se preocupa por su alimentación, consumo de calorías y práctica de ejercicio, pero debemos aclarar que la conducta de una persona con permarexia no es motivada por la búsqueda de una vida feliz y saludable, sino por pensamientos obsesivos y falta de autoaceptación.
Así, pensar constantemente en qué platillo está “permitido” y cuál “prohibido”, cómo hacer para quemar las calorías consumidas en una comida familiar, cuál es la dieta de moda o qué tan lejos se está de lucir como cantantes y modelos del momento, hacen que el carácter de la persona se vuelva muy irritable y que se aísle de los demás.
En este sentido, es importante mencionar que existen ciertos problemas a nivel psíquico o emocional que se relacionan con la obsesión por evitar el consumo de calorías y permiten crear un perfil de la persona que típicamente sufre permarexia u otros trastornos alimenticios:
Baja autoestima. La falta de seguridad en las virtudes propias hace que la persona dé mayor importancia a su cuerpo y apariencia física. Le tranquiliza apegarse a un modelo o estereotipo socialmente aceptado, ya que esto, piensa, le garantizará aprecio. Teme no gustar o no caer bien por no dar la imagen supuestamente esperada.
Autoexigencia. Es común que se fije metas difíciles de conseguir, y por ello experimenta frustración continuamente. Suele comparar su aspecto con el de actrices, actores, modelos o cantantes profesionales y, al no igualarlo, experimenta confusión y mal humor. También es común que se imponga normas estrictas respecto a lo que “se puede” comer.
Pasividad e indefensión. Evita hacer frente a los problemas cotidianos y guarda para sí lo que piensa o siente. Cree que al discutir con alguien o tomar iniciativas puede ocasionar el surgimiento de alguna riña o malentendido que tenga como consecuencia no ser querido o valorado.
Relaciones sociales inestables. Rehuye comidas o fiestas donde pueda haber platillos “con muchas calorías”. Culpa al anfitrión por no seleccionar un menú menos energético, o tiene actitudes y respuestas agresivas debido a su mal humor.
No reconoce su condición. Piensa que lo que le ocurre es por motivos exclusivamente alimenticios, y no debido a características de su personalidad que podría mejorar o cambiar.
Problemas emocionales. Como consecuencia de lo anterior, es habitual que manifieste ansiedad, depresión o inestabilidad de carácter.
A lo anterior debemos añadir que la persona con permarexia ignora, como casi todo el mundo, que los estereotipos de gente exitosa que se difunden a través de los medios informativos son difíciles de igualar.
Además de subrayar que ser delgado no es sinónimo de triunfo ni felicidad, vale la pena aclarar que las celebridades suelen ser casos excepcionales: deben tener determinadas características físicas (complexión delgada y estatura mayor al promedio), realizan ejercicio diariamente durante horas, se someten a muchos sacrificios e, incluso, su apariencia es manipulada con trucos fotográficos y programas de computadora para borrar “imperfecciones”.
Problema latente
Quizás el aspecto más alarmante de la permarexia radica en que la persona que la sufre no reconoce a su conducta como un problema y, por ello, tampoco adquiere conciencia de que sus hábitos pueden desestabilizar gravemente su organismo.
Someterse a dietas estrictas ocasiona frecuente variación del peso corporal, sin control alguno, y en cada ocasión los kilos que se pierden vuelven a recuperarse, incluso en mayor cantidad (se sufre “rebote”).
Esto, a mediano y largo plazo, afecta el funcionamiento de la glándula tiroides (esencial para regular la velocidad con que trabaja el organismo), misma que termina por “acelerarse” y ocasionar hipertiroidismo (nerviosismo, temblores, sudoración, variación del ritmo cardiaco, intolerancia al calor, diarrea, cansancio, debilidad, insomnio, pérdida de cabello y, en mujeres, alteraciones menstruales).
Otras enfermedades que pueden surgir son hipoglucemia o disminución de la concentración de glucosa en sangre (genera sudoración fría, confusión, convulsiones, vista borrosa, nerviosismo, fatiga, pulso acelerado y pérdida de la conciencia), padecimientos digestivos diversos como úlcera gástrica (lesiones en la pared del estómago), o estreñimiento (tránsito intestinal lento) y alteraciones nutricionales por falta de vitaminas, minerales, proteínas e hidratos de carbono.
Finalmente, algunos especialistas consideran que quien sufre permarexia es susceptible de desarrollar otros trastornos alimenticios, concretamente bulimia o anorexia, cuyas consecuencias son deshidratación, desmineralización de los huesos, infertilidad, daño en riñones y, en casos graves, alteraciones en el ritmo cardiaco y muerte.
Por todo esto, nuestra recomendación es que, si piensa que pudiera padecer permarexia debido a que suele someterse a dietas intensas, tiene demasiado interés en su aspecto y busca imitar la apariencia de alguna celebridad, lo ideal es acudir con un experto en trastornos alimenticios, nutriólogo o psicólogo, a fin de recibir asesoría, aclarar dudas e iniciar tratamiento.
Asimismo, si desea controlar o reducir su peso corporal, le aconsejamos que antes de recurrir a dietas milagro se asesore por un médico especializado en Nutrición, a fin de crear un plan alimenticio acorde a sus necesidades, mismo que deberá combinar con práctica periódica de ejercicio.
Fuente: Salud y medicinas.com